Romántico, original, vistoso y viral, así podríamos definir el impresionante vestido de novia que Castellar Granados creó para Ana. Tras varios años de noviazgo y una idílica propuesta de matrimonio sobre un barco y bajo un atardecer de ensueño en la isla de Menorca, llegó el momento más esperado y nuestra protagonista se casó con el amor de su vida, Jaime, en una ceremonia religiosa que tuvo lugar en la Parroquia de San Isidoro en Sevilla. Sigue leyendo porque te contamos su romántica historia que parece sacada de un guion de una comedia romántica.

"La historia de cómo llegué a mi diseñadora, Castellar Granados, es una de esas casualidades bonitas que te regala la vida", nos adelanta sobre quién fue la encargada de dar vida a todo lo que soñaba. "No la conocía, pero fue la madre de Jaime quien vio uno de sus vestidos en ¡HOLA! Novias y enseguida pensó que podía encajar conmigo. Me lo enseñó y fue un flechazo instantáneo. Tenía algo distinto, con carácter, y al mismo tiempo era muy romántico", recuerda.

Desde el principio tenía claro que quería ser una 'novia muy novia', pero sin parecerse a los diseños más sencillos que estamos acostumbrados a ver. "Quería algo que hablara de mí y que tuviera una forma especial de destacar sin caer en estridencias. Castellar tenía todo eso. Me conquistó su forma de entender el diseño y su capacidad de crear vestidos que no se parecen a nada, pero que tienen alma", cuenta sobre la popularidad que esta experta ha logrado conseguir dentro del mundo nupcial.

Ana no tenía una idea cerrada sobre el tipo de traje que buscada, pero sí sabía que debía ser fiel a su estilo y dar con algo distinto, siempre y cuando no renunciase a la imagen nupcial que todo el mundo tenemos en mente. "No quería seguir modas ni parecerme a lo que se ve habitualmente, pero tampoco buscaba algo extravagante. Me apetecía que el look tuviera presencia, sin dejar de ser clásico", y esta fue la clave con la que el equipo de Castellar logró hacer magia.

Cuando se reunió con la modista en el atelier y le presentó varias fotografías a modo de inspiración, se percató de un detalle: "eran referencias completamente distintas entre sí, y aun así supo entender mi estilo desde el primer momento", recuerda sobre la importancia de sentir tranquilidad, confianza y seguridad en este proceso tan emotivo.

¿Cuál fue el hilo conductor para crear desde cero su traje nupcial? ¿Se dejó llevar por la novedad o por siluetas que ya había probado? He aquí la respuesta. "Me siento muy cómoda con prendas que a simple vista pueden parecer básicas, pero que tienen algún detalle que las transforma: un cuello alto, un bordado, una mezcla de tejidos", relata.

El equipo de Castellar supo traducir todo en un boceto que no se parecía a nada que hayamos visto antes, pero con el que esta andaluza se sentía muy representada. "Todas las amigas a las que les enseñé el boceto me dijeron lo mismo, 'es muy tú'. ¡Creo que es lo mejor que pueden decir de tu vestido de novia!".

Según esta sevillana, el proceso de creación fue una de las partes más bonitas de la preparación previa a la boda. "Desde el principio supo leer lo que tenía en mente, incluso cuando ni yo misma lo tenía del todo claro. Fuimos construyéndolo paso a paso, con calma, y disfrutando muchísimo de cada prueba". El diseño partía de una preciosa base en gazar de seda con un cuerpo estructurado formado por tablas que subían hasta el cuello, creando un acabado alto de lo más estiloso y bajaban hasta a la falda con mucho vuelo.


En cuanto a las mangas, optaron por crearlas en de organza de seda porque le daban el contrapunto que pedía el vestido al ser tan cerrado "¡me cubría desde el cuello hasta los pies! Al ser transparentes ayudaban a que, en conjunto, el traje no se viera demasiado 'agobiado'".
Y uno de los detalles más especiales se escondía bajo la falda. "Incorporamos un forro de encaje rebrodé francés que se transparentaba de forma muy sutil. Esta idea me encantó, y la primera vez lo vi en las páginas de la revista y me encantó. El resultado fue precioso: el encaje se intuía en los movimientos, asomaba al andar o al recogerme el vestido, y sumaba al vestido sin sobrecargarlo de forma evidente".

Le preguntamos si tuvo en mente la opción de llevar un segundo look, pero eso nunca entró en sus planes. "El diseño me pareció tan especial que quería llevarlo todo el tiempo que pudiera. Sabiendo que no me lo volveré a poner, ¡no me arrepiento de la decisión para nada!", confiesa.

Y uno de los momentos más especiales fue sus visitas al atelier y quienes fueron con ella a vivir esta aventura en primera persona. "En cada prueba me acompañaban mi madre y mi hermana (que también se hicieron sus vestidos con Castellar), mi abuela y mis mejores amigas. Traíamos a Castellar y a Lorena, su patronista, locas porque llenábamos la sala de gente en un momento, pero lo disfrutamos muchísimo y me permitió disfrutar del look mucho más allá del propio día de la boda".

Nos cuenta que los zapatos fueron un regalo de sus amigas. "Un año antes de la boda, mis amigas de Sevilla se compincharon con Jaime y me organizaron una sorpresa en casa. Me dijeron que querían estar conmigo cuando caminara hacia el altar y que me regalaban los zapatos. Elegí unos de terciopelo, sencillos, bonitos y, sobre todo, cómodos, pero lo que más valoro de ellos es la historia que tienen detrás".


Para las joyas apostó por unos pendientes de diamantes engastados en chatón de Suárez, un regalo de boda de sus abuelos. "Probé varias opciones, pero el look pedía unos pendientes sencillos y estos eran perfectos. Desde entonces, apenas me los he quitado. También llevé el anillo de compromiso que me regaló Jaime cuando me pidió matrimonio, una clásica alianza catalana, y el que me regalaron sus padres en la pedida: un anillo de oro grueso con tres brillantes incrustados, que pude diseñar junto a mi suegra a partir de joyas antiguas de la familia en un joyero de Sevilla".

Desde el principio Ana buscaba un ramo de un solo color y sin verdes, al principio pensó en tonos más intensos, como burdeos o fucsia, pero fue su abuela quien le aconsejó optar por algo más claro que no le restara protagonismo al vestido. "Encontré una foto de una composición en tonos asalmonados que me encantó y se la pasé a Mercedes, de Alyssum Atelier. Ella me propuso hacerlo con rosas patience, que son unas flores muy especiales, y el resultado fue justo lo que deseaba. Me lo regaló mi amiga Carmen, y la cinta con la medalla que lo envolvía fue un regalo de mi amiga Marina. Las dos son como hermanas para mí, y me hizo muchísima ilusión llevar algo que las uniera en un momento así".


Para el maquillaje contó con Quino Amador, de QUBO, y para el peinado Yuniet, de su equipo. "Me habían hablado muy bien de Quino y no se equivocaban: tiene muchísimo gusto. Le pedí un maquillaje natural, que me favoreciera, pero sin sentirme disfrazada, y creo que dio con el punto exacto. Y en cuanto al pelo, elegí un recogido bajo muy limpio, es el estilo con el que siempre me veo bien. Me apetecía estar cómoda y no tener que pensar en el peinado en todo el día".

Ana y Jaime se conocieron en Sevilla, protagonizando una escena digna de una comedia romántica. "Fue en una fiesta de fin de año organizada por una amiga mía. Jaime llegó tarde, y casualidad o no, se sentó justo a mi lado. Empezamos a hablar y no paramos en toda la noche. La verdad es que no recuerdo muy bien de qué hablamos, solo que hubo mucha química".

Pero en aquel encuentro, él tenía novia, así que todo quedó ahí. Pero tiempo después volvieron a coincidir, ¡una señal más de que el destino está escrito! "Yo nunca había tenido novio y no buscaba una relación, pero empezamos a hablar, a quedar… Un año más tarde, ya estábamos juntos. Desde entonces, hasta hoy".

¿Cuándo surgió la gran pregunta? "Llevábamos cuatro años juntos cuando Jaime me pidió matrimonio. Fue en agosto de 2023, durante un viaje a Menorca. Alquilamos un barco los dos solos por la zona norte de la isla, y esperó al atardecer para pedírmelo en la cubierta, delante del faro de Cavallería", recuerda. No se lo esperaba, pero no fue una sorpresa total porque era algo que los dos querían y tenían claro.

"Lo gracioso es que compró el anillo esa misma mañana. Vio que se presentaba una oportunidad perfecta y esa mañana ideó una excusa para escaparse a Ciudadela a recorrer joyerías. Era festivo y parecía misión imposible, pero encontró una alianza catalana preciosa. ¡Todavía me río imaginándomelo!", recuerda sobre esos momentos previos que todo novia vive antes de hacer la pregunta más importante del noviazgo.

Y por fin llegó la mañana del 16 de noviembre de 2024, cuando nuestros protagonistas llegaron a las puertas de la Parroquia de San Isidoro, situada en Sevilla, para pronunciar su promesa eterna ante Dios y sus familias. "Nos casó el Padre Pepe, amigo de mis abuelos, fue una homilía muy especial".

La celebración tuvo lugar en la Hacienda La Soledad, una de las fincas más bonitas y demandadas de la zona. "Había llovido mucho los días de antes, y hasta la mañana de la boda no sabíamos si podríamos hacer el cóctel al aire libre. Salió el sol esa misma mañana y no volvió a llover hasta que terminó la boda por la noche. ¡Parece que el tiempo nos quiso hacer un favor!".

Muchas prometidas cuentan con la ayuda de las wedding planners, y en su caso así fue. "Con las primeras que contratamos no encajamos. Tras esa mala experiencia, y con bastantes proveedores ya cerrados, dudamos si seguir con otra. Como vivíamos en Madrid y la boda era en Sevilla, vimos que necesitábamos ayuda desde allí. Nos acordamos de Berta (BeMore Events), que había coordinado la boda de unos amigos de Jaime. ¡Fue la mejor decisión! Se volcó por completo, se anticipaba a los problemas y siempre tenía una solución. Además, Elvira (la madre de Jaime) y Gabriela (mi cuñada) también hicieron de wedding planners en la sombra desde el principio. Tenemos mucha suerte".

Una de las lecciones que Ana ha aprendido, es "muchas veces se tiende a organizar la boda con cierto secretismo, como si contar demasiado fuera a quitarle magia al día. En mi caso fue justo al contrario. Compartí cada paso con mis amigas y mi familia, y eso hizo que el proceso fuera muchísimo más bonito. Me ayudó a disfrutarlo todo, desde las pruebas del vestido hasta la elección de las flores, y sentirme acompañada le dio mucho más sentido a todo. Tanto era así que intenté enseñarle el vestido a Jaime más de una vez, ¡¡¡pero no me dejó!!!", dice riéndose.

La boda de Ana y Jaime en Sevilla
Fecha: 16 de noviembre de 2024.
Lugar de celebración (ceremonia y banquete): en la Parroquia de San Isidoro (Sevilla) y la Hacienda La Soledad (Alcalá de Guadaíra, Sevilla).
- Vestido de novia: Castellar Granados
- Ramo de novia: Alyssum Atelier
- Maquillaje y peluquería: QUBO
- Wedding planner: BeMoreEvents
- Fotografía: Plata.Forma
- Video: Emotion Films
- Flores Hacienda: Alyssum Atelier
- Flores Iglesia: Cártamo
- Papelería: La Bahía Creativa
- DJ: StaffSound
- Catering: Alda&Terry
- Música en Directo: La Caja Manuela (cóctel); Enchufados Rock (fiesta)